Los perfumes

El enorme volumen de dinero que mueve la industria perfumista pone en evidencia el importante papel que asignamos a las fragancias. Dicha industria trabaja casi exclusivamente con aromas naturales y, en especial, florales, probablemente porque dichos aromas nos alejan del intelecto transportándonos a ámbitos arcaicos del inconsciente. Al percibirlos aparecen sensaciones primavera­les e imágenes del paraíso almacenadas en el plano de los arquetipos, no en vano en muchas culturas el paraíso es un jardín.

Los perfumes han dejado de ser ex­clusivos para las mujeres, que por lo general poseen un olfato más fino, para pasar a ser utilizados también por los hombres. Cada persona tiene su perfume propio, que considera como su fragancia personal. Pero es un hecho que en lugar de llevar nuestro perfume natural e individual preferimos imitar algunos modelos pro­minentes y adueñarnos de su aparente aroma. No obstante, nunca conseguiremos uniformizarnos completamente en el olor, ya que incluso los aromas de los perfumes industriales varían en función de quién los lleve.

El poder inconsciente que el olfato sigue ejer­ciendo sobre nosotros y sobre nuestra toma de decisiones muestra que nuestras raíces están firmemente ancladas en el pasado.